Desde el escritorio
de mi corazón
Pr. Iván Garcia Blog
En Sus Brazos Hay Vida “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Juan 11:25-26 Hoy celebramos el evento más poderoso de la historia: ¡Jesús está vivo! Sí, murió en la cruz, pero no se quedó allí. La muerte fue necesaria, pero la resurrección fue inevitable. La tumba no tuvo la última palabra. En los brazos de Jesús, donde hubo muerte, ahora hay vida. Y no hablamos solo de una vida después de la muerte. Hablamos de una vida que empieza hoy. Una vida que transforma, restaura y renueva. En sus brazos hay vida… y esa vida también es para ti. 1. En Sus brazos hay vida para los muertos Cuando Jesús se acercó a la tumba de Lázaro, gritó: “¡Lázaro, ven fuera!” Y el que estaba muerto… vivió. Así es Jesús: no solo promete vida, ¡la da! Muchos caminan hoy respirando, pero por dentro están muertos: por el pecado, la culpa, la ansiedad, la tristeza o la desesperanza. Pero Jesús sigue llamando. Su voz tiene poder para resucitar lo que parecía terminado. Principio de vida: Si puedes oír Su voz, puedes resucitar. 2. En Sus brazos hay vida para los heridos Jesús no escondió sus cicatrices al resucitar. ¿Por qué? Porque en Sus heridas hay sanidad. “Por sus heridas fuimos sanados.” (Isaías 53:5) Él entiende el dolor, la traición, el abandono. Pero no vino a juzgarte, vino a sanarte. Sus brazos no rechazan, Sus brazos abrazan. Principio de vida: Las heridas de Cristo son medicina para las nuestras. 3. En Sus brazos hay vida para siempre Jesús dijo: “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” La resurrección no es solo una historia del pasado. Es la prueba de que Jesús venció la muerte… para siempre. Y eso nos da esperanza eterna. Una vida que no termina y que empieza hoy, cuando decides creer en Él. Hoy es tu momento. En los brazos de Jesús hay vida: Vida que levanta lo que está muerto Vida que sana lo que está herido Vida que jamás se acaba La resurrección de Cristo no solo cambió la historia, también puede cambiar tu historia. No te ofrezco una religión. Te ofrezco una relación real y personal con el Cristo resucitado. Ven a sus brazos. Ahí comienza tu vida… Pr. Iván “Desde el escritorio de mi corazón”
Hoy comenzamos una serie especial que nos lleva al corazón de nuestra fe: los brazos de amor del Padre, extendidos en la cruz. La cruz no fue solo un evento del pasado, fue una declaración eterna que dice: “No te soltaré”. No fue un accidente, fue un acto intencional de amor eterno. Isaías 53:4-5 nos recuerda que Jesús llevó nuestras enfermedades y dolores. No era su carga, era la nuestra. Él cargó con nuestras culpas, errores y quebrantos, todo por amor. La cruz no fue un símbolo vacío, fue un abrazo que aún hoy nos sostiene. Una verdad importante que quiero que recuerdes es esta: “El mismo amor que te salvó, es el mismo amor que te sigue sosteniendo”. No importa cuánto tiempo lleves en la fe, ni cuán fuerte hayas sido en el pasado. Todos necesitamos regresar a la cruz, no solo para pedir perdón, sino para descansar. Hay momentos en la vida en que el alma se cansa. Puedes estar sirviendo, liderando, predicando… pero aún sentirte agotado. En esos momentos, recuerda que no caminas solo. Sus brazos siguen abiertos para ti. Una vez escuché a un pastor contar cómo su hijo enfermó con fiebre alta. No podía hacer mucho, pero se sentó junto a su cama toda la noche. Solo su presencia le dio paz al niño. Así es Jesús contigo. Él no solo llevó tu dolor en la cruz, también está presente en tus noches más oscuras. Isaías también nos dice: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados…” (53:5). Esta es una de las partes más poderosas del mensaje: Cada herida tenía nombre y propósito: Su espalda fue marcada por nuestras culpas. Su corona de espina en la frente, por nuestros pensamientos. Sus manos traspasadas, por nuestras decisiones. Su costado abierto, por nuestro corazón. Sus pies martillados, por nuestros caminos. No hay otra forma de explicar esto, sino como un amor perfecto. Un amor que lo dio todo sin condiciones. Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Y a nosotros nos llamó amigos. No sirvientes, no extraños… amigos. Si alguna vez dudas de tu valor, mira la cruz. El cielo entregó lo más valioso no para impresionarte, sino para salvarte y sostenerte. La cruz no es solo para los que llegan por primera vez, también es para los que necesitan continuar. Hoy te invito Por eso, hoy te invito a descansar en los brazos que nunca se han cerrado, en los brazos de Jesús que te siguen sosteniendo. Pr. Iván García
La Genética de Dar: Reflexión Final Al finalizar nuestra serie de mensajes “La Genética de Dar", queremos reflexionar sobre la importancia de la generosidad en nuestras vidas, y el impacto para las nuevas generaciones. Este mensaje es un llamado a entender que dar va más allá de lo material; es una expresión de amor, gratitud y conexión con Dios. Dar con Propósito: Más Allá del Dinero Dar con propósito significa que nuestra generosidad no solo impacta financieramente, sino que también implica la entrega de nuestro tiempo, talentos, dones y servicio. La Biblia nos enseña en Hechos 20:35 que "más bienaventurado es dar que recibir", y nos llama a reflejar la generosidad de Dios en nuestra vida diaria. Generosidad como Disciplina Espiritual La generosidad debe convertirse en una de nuestras disciplinas espirituales. Cuando damos, no solo transformamos y bendecimos a otros, sino que también moldeamos nuestro propio carácter. Se trata de vencer el egoísmo y entender que todo pertenece a Dios. La generosidad es una semilla que se siembra y produce frutos espirituales, morales y materiales. En 2 Corintios 9:10-11 dice. “…y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. Impacto en las Nuevas Generaciones Es fundamental que las nuevas generaciones comprendan el valor de dar. Al enseñarles que nuestra generosidad tiene una dimensión eterna, estamos cultivando corazones que reflejen la luz de Cristo en el mundo. Nuestro objetivo es alcanzar, restaurar y edificar a las familias de la tierra, fomentando una cultura de amor y servicio. Compromiso y acción Animamos a todos a buscar la dirección de Dios sobre cómo pueden dar, asegurándose de que sea un acto genuino, nacido del amor y no de la obligación. Juntos, podemos cumplir nuestra misión de reflejar la luz de Cristo y transformar corazones a través de la generosidad. En conclusión, dar con propósito, más allá del dinero, es más que una transacción financiera; es un acto que refleja nuestro amor, gratitud y conexión con Dios. Sigamos el ejemplo de Cristo y hagamos de la generosidad una parte esencial de nuestra vida espiritual. Pastor Iván García
La Genética de Dar Parte 3: Administradores del Diseño En esta serie, hemos aprendido que el dar es parte de nuestra identidad, porque llevamos la genética de Dios. En la segunda enseñanza, el Obispo RC, nos confrontó con una verdad clave: “No somos dueños, sino administradores de lo que Dios nos ha confiado. Ahora, vamos un paso más allá: ¿Cómo administramos el diseño de dar que Dios nos ha entregado? Jesús nos ilustra esto en Mateo 25:14-30, con la parábola de los talentos. A cada siervo se le dio una cantidad según su capacidad, y se esperaba que lo administraran bien. Lo mismo ocurre con nosotros: Dios nos ha confiado recursos, dones y oportunidades, esperando que los usemos para su gloria. Puntos claves en la administración del diseño: 1. Dios nos confió recursos para administrarlos “De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan” (Salmos 24:1). Todo lo que tenemos proviene de Dios. Él nos ha dado talentos, tiempo y provisión, no para retenerlos, sino para multiplicarlos y bendecir a otros. Un buen administrador invierte bien lo que recibe, pensando en el impacto futuro. Cuando damos, demostramos que confiamos más en Dios que en nuestros recursos. 2. La administración revela nuestro corazón “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel…” (Lucas 16:10). Nuestra fidelidad en lo pequeño determina lo que Dios nos confiará en el futuro. Jesús dijo que hay más bendición en dar que en recibir (Hechos 20:35), porque el dar transforma nuestra mentalidad y nos posiciona para recibir más. Quien solo quiere recibir, pero no da, vive con una mentalidad de escasez. Quien entiende el poder de dar, entra en la economía del Reino. 3. Dar es sembrar para las generaciones futuras “El hombre de bien deja herencia a sus nietos…” (Proverbios 13:22). Un buen administrador piensa más allá de su necesidad inmediata. Lo que sembramos hoy impactará a nuestros hijos y a la iglesia del mañana. Creemos en esta generación. Dios los ha escogido, y debemos afirmarlos en su propósito. Invertir en discipulado, formación y espacios adecuados es clave para su crecimiento espiritual. 4. La visión requiere inversión “Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad…” (Proverbios 21:5 NVI). Para impactar generaciones, se necesita más que oración: se requiere acción y compromiso. Nuestra generosidad fortalece la misión y expande el Reino. En Dios somos capaces de manejar grandes retos, pero debemos avanzar estratégicamente. Conclusión: “Somos colaboradores de Dios…” (1 Corintios 3:9). La bendición está en el dar. Al administrar con fidelidad, nos alineamos con Dios y nos convertimos en instrumentos de su Reino. Es tiempo de dar el paso y ser fieles administradores del diseño que Él nos ha confiado.
En esta sección “Desde el escritorio de mi corazón”, les comparto el “Blog” ¿Dueños o Administradores?, extraído de la enseñanza de nuestro Obispo, Roberto Candelario como parte de la serie:La genética de dar. ¿Dueños o Administradores? En nuestra serie La Genética de Dar, hemos explorado cómo la generosidad no es solo un acto externo, sino una expresión de nuestra identidad espiritual. Hoy nos enfrentamos a una pregunta clave: ¿Somos dueños o administradores de lo que poseemos? La cultura nos dice que el éxito se mide por lo que acumulamos, pero la Palabra de Dios nos enseña que todo le pertenece a Él. Nosotros solo administramos lo que nos ha sido confiado. La mayordomía es un principio central en la fe cristiana; nuestras posesiones, recursos y talentos no son realmente nuestros, sino que Dios nos los ha dado para usarlos conforme a Su propósito. ¿Qué creemos realmente? Aquí es donde debemos hacer una reflexión profunda: • Devolver a Dios lo que le pertenece a Él. • O devolverle a Dios lo que creemos que nos pertenece a nosotros. Nuestra percepción sobre la propiedad de nuestros bienes define nuestra actitud hacia la generosidad. Si creemos que lo que tenemos es nuestro, entonces dar se convierte en un sacrificio opcional, pero si entendemos que todo proviene de Dios, dar es un acto de obediencia y gratitud. La realidad es que nuestra vida es temporal. Lo que hoy poseemos, mañana será de alguien más. Las cosas que vienen a nosotros, nos pertenecen y ni terminan con nosotros. Si todo lo que tenemos nos perteneciera realmente, podríamos llevárnoslo al final de nuestra vida, pero no es así. Nuestra mortalidad nos recuerda que solo somos administradores temporales. Cuando partamos de este mundo, ¿qué quedará de lo que acumulamos? nada material nos acompañará. Lo único que trascenderá será lo que hicimos con lo que Dios nos confió. La Trampa de la Insatisfacción Muchas veces creemos que la felicidad está en nuestras posesiones. Sin embargo, incluso personas con riquezas inmensas han experimentado vacío, ansiedad e insatisfacción. La historia nos muestra que algunos de los más ricos del mundo han vivido en desesperación, porque su identidad estaba ligada a lo que tenían, no a quiénes eran en Dios. Pablo nos da una clave poderosa en Filipenses 4:11: “He aprendido a estar satisfecho con lo que tengo.” La satisfacción no viene de acumular más, sino de vivir con gratitud y generosidad. Claves para una Vida Satisfecha La Generosidad Transforma Cuando elegimos dar en lugar de acumular, rompemos el ciclo de la codicia y cultivamos una vida centrada en Dios. La Gratitud Nos Libera Las personas generosas son agradecidas, ven sus bendiciones como regalos de Dios y aprenden a valorar lo que tienen en lugar de enfocarse en lo que les falta. Un Corazón Transformado La verdadera satisfacción viene de un corazón alineado con Dios, no de las posesiones materiales. Vivir con Propósito Vivir en prosperidad no es solo tener más, sino descubrir el propósito de lo que tenemos. Nuestra identidad no debe estar definida por lo que poseemos, sino por cómo usamos lo que Dios nos ha confiado. Así que hoy te invito a reflexionar: ¿Eres dueño o administrador?. La respuesta a esta pregunta determinará, no solo tu actitud hacia la generosidad, sino el propósito con el que vives cada día. Notas por: Obispo Roberto Candelario Resumen por: Pr. Iván García
Dios nos creó a Su imagen y Su ADN ( Génesis 1:27 ), significa que dentro de nosotros está impresa Su naturaleza, y una de sus características más profundas es que Él es un dador. Juan 3:16 lo expresa claramente: “ Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio…” . Dios amó y dio. Dar es parte de Su identidad, y si hemos sido creados a Su imagen, entonces dar también debe ser parte de la nuestra. A veces pensamos en la generosidad solo en términos emocionales o de intención, pero la realidad es que dar es una acción. La salvación fue gratuita para nosotros, pero le costó a Dios el sacrificio de Su Hijo. De la misma manera, extender el evangelio y transformar generaciones requiere inversión, compromiso y acción. El evangelio es gratis, pero hacer evangelio cuesta. Nuestra Misión es clara: alcanzar, restaurar y edificar familias. Para cumplir esta misión , se necesita algo más que buenas intenciones; se requiere compromiso. Parte de ese compromiso es dar: nuestro tiempo, talentos, servicio y también nuestros recursos económicos. No podemos esperar que la misión se cumpla sin esfuerzo ni sacrificio. El lugar donde nos congregamos hoy ha sido una bendición, pero no es nuestro destino final. Dios nos ha mostrado que podemos manejar más, que podemos crecer, que podemos impactar a más familias y preparar un espacio donde nuevas generaciones se desarrollen. Pero para hacerlo, debemos dar un paso más en nuestra generosidad. Cuando hablamos de genética, desde el punto de vista biológico, el ADN es el manual de instrucciones que nos da identidad, y los genes son elementos que determinan características específicas. De la misma manera, en nuestra genética espiritual, Dios ha puesto en nosotros el “gen de dar”. Fuimos diseñados para ser canales de bendición, no estanques de retención. Cuando retenemos lo que deberíamos soltar, algo se estanca dentro de nosotros. La Biblia dice en 2 Corintios 9:10-11 que Dios da semilla al que siembra. Es decir, cuando somos generosos, Dios nos provee más para seguir dando. Es un principio de vida, por ejemplo si la sangre deja de circular, el cuerpo se enferma; si el agua no fluye, se contamina; si la generosidad se detiene, el propósito se estanca. Hoy te invito a hacerte esta pregunta: ¿Estoy viviendo conforme a mi genética de dar? Si Dios nos diseñó con la capacidad de dar, entonces no podemos vivir reteniendo lo que Él nos ha dado. Esta semana, toma un paso concreto en tu generosidad: da tu tiempo, tus talentos, tu servicio y también tus recursos financieros. La visión que Dios ha dado a nuestra casa requiere decisiones y acciones ahora. Juntos, como iglesia, podemos lograr más. No pongamos nuestro enfoque en las dificultades, sino en la solución que Dios nos ha dado. Oremos y pidámosle a Dios que active en nosotros Su genética de generosidad.
Familias que Permanecen en Cristo Estamos cerrando nuestra serie “Familias Fuertes, Generaciones Firmes”, y hemos aprendido grandes verdades: El amor de Dios es la base de la familia. La Palabra de Dios debe ser nuestro fundamento. Estamos llamados a dejar un legado firme en Cristo. Pero surge una gran pregunta: ¿Cómo puede una familia permanecer en Cristo a pesar de los desafíos actuales? Vivimos tiempos en los que la familia enfrenta grandes retos: Desintegración y falta de tiempo de calidad. Ataques a los valores bíblicos. Crisis financiera y dependencia del materialismo. La clave para superar estos desafíos está en permanecer en Cristo. 1. Permanecer en Cristo fortalece la familia “Pero yo y mi casa serviremos al Señor.” (Josué 24:15) Josué tomó una decisión firme: servir a Dios con su familia. Hoy, muchas familias están desconectadas, atrapadas en la rutina y las distracciones. Para fortalecer la unidad familiar: Saca tiempo para Dios y en familia: oren, lean la Biblia y congreguesen juntos. Prioriza relaciones sobre distracciones: menos monitor, más momentos de calidad. Decide servir a Dios en familia: haz de Cristo el centro del hogar. Reflexión: ¿Cómo podemos fortalecer nuestra familia hoy? 2. Permanecer en Cristo nos ayuda a enfrentar los ataques contra la familia “Dejen que el gran poder de Cristo les dé las fuerzas necesarias… Porque no luchamos contra gente como nosotros, sino contra espíritus malvados…” (Efesios 6:10-12) Los valores bíblicos están bajo ataque. La sociedad ridiculiza el matrimonio y la crianza cristiana y nuestros hijos enfrentan ideologías contrarias a la verdad de Dios. Para proteger la familia: Vístanse con la armadura de Dios: verdad, justicia y oración (Efesios 6:13-18). Modelen una fe firme: que nuestros hijos vean convicción en nosotros. Instruyan en la Palabra: no permitan que la cultura sea la única influencia en sus hijos. Reflexión: ¿Cómo estamos protegiendo nuestra familia de influencias negativas? 3. Permanecer en Cristo nos permite dar fruto para las generaciones “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo…” (Salmos 1:3) Muchas familias sufren estrés financiero y buscan la felicidad en lo material. Jesús nos enseñó a confiar en la provisión de Dios. Para superar este desafío: Dependan de Dios, no del dinero: “Busquen primero el Reino de Dios…” (Mateo 6:33). Practiquen la mayordomía: administren bien los recursos y sean generosos. Enfoquen su legado en valores eternos, no solo en bienes materiales. Reflexión: ¿Dónde está nuestra confianza: en Dios o en lo material? Conclusión Para enfrentar los desafíos de hoy, nuestras familias deben permanecer en Cristo porque: Nos fortalece y evita la desintegración. Nos ayuda a resistir los ataques contra nuestros valores. Nos da verdadera prosperidad y un legado eterno. “Si ustedes se mantienen unidos a mí… producirán mucho fruto.” (Juan 15:4-5) Decide hoy que tu familia permanezca en Cristo. ¡Él es la roca firme!
Fundamenta tu familia en la Palabra Comenzamos el mes de la familia con una serie especial: Familias Fuertes, Generaciones Firmes. En la primera enseñanza se estableció la base de la familia sobre el Amor en Acción. El pastor Giovanni, nos enseñó que el amor de Dios es acción, no simplemente un sentimiento. En la enseñanza de hoy profundizamos en la importancia de solidificar nuestras familias en el amor de Dios y en el fundamento de Su Palabra. I. La Palabra de Dios como fundamento La Biblia nos dice en Deuteronomio 6:5-7: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales. Apréndete de memoria todas las enseñanzas que hoy te he dado, y repítelas a tus hijos a todas horas y en todo lugar…” Esto nos deja una gran responsabilidad; no solo conocer la Palabra, sino transmitirla y enseñarla a nuestra familia y a las generaciones. En la sociedad de hoy las familias enfrentan muchos desafíos. Los valores que se promueven son inestables, pero la Biblia nos ofrece principios eternos que garantizan hogares firmes. Algunas claves para lograrlo: Leer y estudiar la Palabra juntos en casa. Modelar con nuestro ejemplo lo que enseñamos. Crear tiempos de devoción y oración en familia. II. Amor como vínculo perfecto de unidad Uno de los mayores desafíos en la familia son los conflictos. Pablo exhortó a los creyentes en Colosenses 3:13-14 a perdonarse y amarse, porque el amor es el mejor lazo de unión. Cuando falta el perdón y reina el orgullo, las relaciones se debilitan. En cambio, un hogar donde se practica el amor y la gracia de Dios produce hijos emocionalmente sanos y espiritualmente fuertes. ¿Cómo podemos fortalecer la unidad en nuestra familia? Perdonando y evitando la crítica destructiva. Expresando amor con palabras y acciones. Priorizando el respeto y la comunicación. III. Dejando un legado de fe El Salmo 78:4-7 nos recuerda que debemos transmitir la fe a las futuras generaciones. No basta con que nuestros hijos sepan de Dios; deben aprender a amarlo y confiar en Él. Para dejar un legado espiritual duradero: Creemos un ambiente de oración en casa. Enseñemos la importancia de congregarse y servir a Dios. Oremos por nuestros hijos y futuras generaciones. Resumen: Si queremos familias fuertes que produzcan generaciones firmes, debemos: Edificar nuestro hogar sobre la Palabra de Dios. Modelar el amor y la unidad. Dejar un legado espiritual sólido. La oración de hoy; “Dios ayúdanos a hacer de nuestro hogar un testimonio vivo de tú gracia, poder y amor, donde estemos fundamentados en tú Palabra”.

Fidelidad a la Visión “Escribe la Visión y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella” (Habacuc 2:2). Dios nos está llamando a ser fieles a la Visión que Él ha depositado en nuestra Casa ministerial. Cada congregación tiene un llamado único y una Visión específica. En el Centro, esa Visión es clara: Alcanzar, Restaurar y Edificar a las familias de la Tierra, conectándolas con su destino. Visión: La Visión es más que un sueño; es una guía divina que nos muestra el futuro que Dios quiere que alcancemos. Nuestra Visión para el 2025, está enmarcada en la siguiente declaración: “Seguir siendo una congregación que transforma familias, edifica vidas y las conecta con el propósito de Dios, y a través de la generosidad refleja Su amor”. Esta declaración no solo nos llama a soñar, sino también a actuar. Tenemos que reconocer que “Juntos estamos edificando familias para Dios.” La Fidelidad a la Visión no puede quedarse en palabras ni en imágenes mentales, requiere acción y determinación. Las siguientes acciones nos impulsan a ser fiel a la Visión: 1. Amar a Dios y a las Personas La fidelidad a la Visión comienza con una relación profunda con Dios. Si no amamos a Dios primero, no podemos ser efectivos en Su obra. También debemos amar a las personas, valorarlas como el tesoro más precioso de Dios en la tierra. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Plan de Acción: Formar discípulos que sean líderes con un corazón lleno de amor por Dios y compasión por otros. 2. Crecer y Madurar en Cristo La Fidelidad a la Visión requiere madurez espiritual. No podemos quedarnos como niños fluctuantes; debemos crecer en Cristo. “A fin de que ya no seamos niños fluctuantes… sino que crezcamos en todo” (Efesios 4:14-15). Plan de Acción: Aumentar y Establecer grupos pequeños de conexión para familias. Invertir en las generaciones emergentes (niños, juveniles y jóvenes). Discipular y entrenar personas que se conviertan en discípulos líderes. 3. Comparte lo que Dios te ha dado La Visión de nuestra casa incluye evangelización. El mundo necesita escuchar el mensaje de las buenas nuevas de salvación. “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:18). Plan de Acción: Alcanzar nuestra comunidad a través de eventos, visitas a hospitales y estrategias misioneras. 4. Sé Generoso en la Obra La generosidad es clave para cumplir la Visión. Dar no es una obligación, sino una oportunidad para reflejar el carácter de Dios. “Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7). Dentro de la generosidad, además de cumplir con nuestras aportaciones económicas, es vital entregar al cuerpo de Cristo, Su iglesia, los dones, talentos y habilidades depositadas por Dios en las personas para perfeccionar el Cuerpo. Plan de Acción: Desarrollar una campaña de mayordomía a favor de la Visión (“ProVision”). Enseñar de la bendición que hay en practicar generosidad. Identificación de talentos y dones para conectar y consolidar las personas Dios nos ha confiado una Visión más grande que nosotros mismos, pero con Su dirección y nuestra fidelidad, todo será posible. ¿Estás listo para ser parte de lo que Dios está haciendo en esta casa? “No corras de tu asignación porque no entiendas tu situación; sé fiel a la visión.”
El Resultado de la Fidelidad “El hombre fiel recibirá muchas bendiciones…” Proverbios 28:20 (RV1995) Vivimos en un mundo lleno de distracciones, donde la fidelidad puede parecer un concepto anticuado. Sin embargo, ser fiel no solo nos acerca a Dios, sino que también nos llena de Su propósito y produce frutos eternos. La fidelidad es un reflejo del carácter de Dios. Él es fiel a Sus promesas porque no puede negarse a sí mismo. Aunque las circunstancias nos hagan sentir que hay sombras alrededor, como cuando vemos sombras proyectadas por el sol, la intensidad de la luz no cambia. Así es con Dios: Su fidelidad no varía, sin importar las sombras que enfrentemos. La fidelidad de Dios no depende de nuestra capacidad para ser fieles, sino de Su amor incondicional. Partiendo de este principio, veamos cómo la fidelidad impacta diferentes áreas de nuestra vida. 1. Resultados de la Fidelidad a Dios “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10). Cuando somos fieles a Dios, experimentamos Su dirección, paz y bendición. La fidelidad a Dios implica obedecer Su palabra y confiar en Su plan, incluso cuando no lo entendemos todo. Principio: Reconocer a Dios en todos nuestros caminos nos garantiza que Él enderezará nuestras sendas (Proverbios 3:6). 2. Resultados de la Fidelidad a Ti Mismo “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). Ser fiel a nosotros mismos significa ser íntegros, vivir de acuerdo con los principios que Dios ha depositado en nuestro corazón y alinearnos con Su propósito. Principio: La integridad es alinear nuestras convicciones con nuestras acciones. Si Cristo se está formando en nosotros, debe ser evidente en nuestra forma de vivir. 3. Resultados de la Fidelidad en la Familia “…Pero yo y mi casa serviremos al Señor” (Josué 24:15). En un mundo que constantemente ataca los valores familiares, debemos ser intencionales en nuestra fidelidad a la familia. Esto produce relaciones fuertes, llenas de amor y confianza, reflejando el amor sacrificial de Cristo por Su iglesia. Principio: Haz de tu hogar un lugar donde se refleje la gracia y el amor de Dios. 4. Resultados de la Fidelidad a la Palabra de Dios “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2). La fidelidad a la Palabra de Dios transforma nuestra vida. La Biblia nos guía, corrige y alinea con Su carácter. Principio: La obediencia a la Palabra provoca el reflejo del carácter de Cristo en nosotros. Como un espejo, la Biblia nos muestra quiénes somos y quiénes podemos ser en Cristo (2 Timoteo 3:16). Conclusión: “Aunque el camino de la fidelidad puede ser difícil, sus resultados son abundantes bendiciones”. Quizás te preguntas: ¿Cómo puedo ser fiel en estas áreas? La respuesta está en Cristo. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). No se trata de una religión, sino de una relación con Jesús, quien es el camino, la verdad y la vida. Permite que Cristo en ti sea la esperanza de gloria y la fuente de tu fidelidad.